Growing nace en un momento de crisis.

En enero 2018 me despidieron de mi trabajo por reestructura de personal. Sin anestesia.

Trabajaba en el área de Recursos Humanos para una empresa del rubro financiero, estaba cómoda, percibía un buen salario, en la oficina tenía el privilegio de tener una vista increíble de Montevideo y estaba tranquila de que mi cargo no estaba en riesgo.

Decidí empezar el año con unos días libres, y a mi reintegro tuve una sensación rara: el ambiente estaba diferente. Pensé que era un momento de auto-desmotivación laboral y empecé a organizar el día. A media mañana, los canales informales de comunicación demostraron una vez más, ser rápidos y eficientes para difundir noticias que nadie quiere escuchar: estaban desvinculando personal de varios sectores y cargos, y literalmente, los altos mandos se estaban acercando a nuestra oficina. Recuerdo el aire tenso, se podía cortar con cuchillo…

Le escribí a mi familia un mensaje diciendo: “Están despidiendo gente, no sé qué puede pasar conmigo.” Con actitud incondicional me contestaron: “No te preocupes, lo vamos a solucionar.”

En la oficina nadie se movía, las computadoras estaban intactas. De repente, me vinieron a buscar. Me dijeron algo así como: -“Adri, podes venir un ratito a la oficina.” Gerente y jefes, nos despedían a mi y otras personas en un discurso de justificaciones eterno. Había muchas cosas en juego creo, el vínculo laboral y las órdenes superiores. Nunca me imaginé firmando un papel cuya redacción relatara mi aceptación a una desvinculación. Pero eso fue lo que sucedió.

A las 12 del medio día estaba fuera de la oficina, con mi cartera de un lado, mis materiales de trabajo y el almuerzo en la vianda del otro lado. Lo más tragicómico, fue que olvidé las llaves de mi casa en la oficina, por lo que tuve que volver a la empresa. -“Gran Lapsus” diría Sigmund Freud.

Nuevamente en mi casa, le mostré a mi familia los documentos de desvinculación. Conversamos, les conté lo que había pasado y me dijeron que ahora sólo quedaba mirar para adelante; sarcásticamente, también me dijeron que un despido en pleno enero uruguayo era lo mejor que me podía pasar.

El lunes 8 de enero, fue un día de estado de shock, por más cliché que suene. El martes y el miércoles fueron días tristones, de mucha angustia, pensamientos pesimistas y un ego hecho bolsa… si, el despido laboral fue una patada directa al ego. El jueves, me desperté pensando en que tenía que hacer algo con la vida, con el trabajo, con lo que fuera…, no podía seguir lamentándome en mi casa.

Empecé a salir a correr. Practicar deporte es una actividad que me ha ayudado a ordenar mis ideas y a canalizar mi energía, por lo que, a partir de entonces empecé a organizar mi situación personal y laboral, organicé mis finanzas, mis compromisos y actividades, para finalmente poder sacar las ideas pesimistas de mi cabeza y pensar al revés:

¿Qué se hacer? ¿Qué puedo hacer? ¿A dónde está todo lo que he estudiado/aprendido?

Literalmente me senté con un cuaderno en mi escritorio a escribir respuestas a esas tres preguntas; hasta que pude discutir conmigo misma y por primera vez pensar y escribir en torno a una pregunta que nunca me había hecho en el ámbito laboral: ¿Qué es lo que yo quiero realmente hacer?

Mis ideas empezaron a volver a la Orientación Vocacional y tímidamente comenzaron a surgir algunas ideas de Orientación Laboral. Ahí, en ese momento, comenzó a desarrollarse el proyecto que tres meses después se llamaría Growing.

En simultáneo, participé de un Proceso de Outplacement: un acompañamiento en el egreso laboral, de la mano de Lorena, quien me ayudó a pensarme como profesional independiente y a fortalecer mis competencias para darle forma a este emprendimiento que tenía entre manos.

Growing nace así, tímidamente luego de un momento de crisis. El mayor desafío es derrumbar mis prejuicios y renunciar emocionalmente a las políticas de empresas donde ya no trabajo. Animarme y tomar riesgos en pequeñas acciones con los reparos necesarios de cada caso, ha sido y es para mí uno de los más grandes retos que me da Growing, para comprobar que por primera vez estoy trabajando en algo que me apasiona: orientar. Defiendo la idea y estoy segura de que todas las personas necesitamos de alguien que nos guíe al menos una vez en nuestra vida, que nos muestren el norte para que luego podamos seguir solos por nuestra cuenta, y desde Growing es lo que intento hacer.

Orientar me alegra el alma. De cierta manera, es un agradecimiento indirecto a un montón de personas que me orientaron a mí en mi camino de crecimiento personal y profesional y hoy es lo que busco devolver a quienes se acercan a este pequeño-gran proyecto.

Fuente imagen: Nader Ebrahim – Big Data Science: Expectations vs. Reality

Hola, tengo una pregunta sobre el artículo: Growing, creciendo después de una crisis
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